En el año 2013 se cumplieron 50 años del debut de Monzón. Fue en Ben Hur, aniquilando al entrerriano Montenegro. Siete años y 9 meses más tarde, tuvo la posibilidad de pelear por el título mundial. Compartimos la nota publicada el 7 de febrero de 2013 por Diario El Litoral.
El 6 de febrero de 1963 se produjo en el ring levantado en el Club Sportivo Ben Hur de la ciudad de Rafaela, cabecera del departamento Castellanos, un hecho que muchos años después alcanzaría una relevancia universal: el debut en el campo rentado del sanjavierino Carlos Monzón, considerado el más grande pugilista de la categoría argentino de la categoría mediano.
El “Gaucho de Hierro”, como se lo conocía a Monzón en Estados Unidos y Europa por sus antecedentes y la potencia de su puño derecho, llenó de alegría y prestigio al deporte argentino y, especialmente, al boxeo, siendo un hombre excepcional, paralizaba el país en sus 14 exitosas defensas del cetro de esa divisional, “acontecimiento que solamente Carlos pudo lograr, incluyendo al fútbol”, solía decir emocionado y con orgullo su adiestrador Amílcar Oreste Brusa.
Quien con el correr de los años se transformaría en un majestuoso pugilista profesional, superó el 12 de diciembre de 1962 por decisión unánime de los jurados en cinco episodios a Bienvenido Cejas y culminó, de esta forma, la etapa amateur de su carrera.
La noche del viernes 6 de febrero de 1963, ese flaco, alto y desgarbado muchacho, con apenas 20 años, cinco meses y 30 días de existencia, tras rechazar un contrato de tres años para incorporarse a la Armada Nacional después de permanecer reclutado durante tres meses de instrucción militar en la histórica isla Martín García, daba su primer paso dentro del profesionalismo.
Debe citarse que en ese lugar (la isla Martín García), permanecieron detenidos después de los golpes militares los presidentes democráticos Hipólito Yrigoyen (radical) y Arturo Frondizi (desarrollista). Precisamente allí estuvo alojado varios días el coronel Juan Domingo Perón, privado de su libertad antes de producirse el inolvidable movimiento nacional encabezado por los trabajadores de la capital federal y del Gran Buenos Aires el 17 de octubre de 1945, quienes lograron rescatar a su líder y esa jornada fue bautizada como el Día de la Lealtad Popular.
“En la Isla Martín García, existía otro antecedente en la materia, porque había estado ‘enganchado’ en la Marina (Armada Nacional) varios años antes el correntino Aldo Gamboa, quien llegó a ser campeón argentino de boxeo”, recordaba en la década del ’70 el incomparable campeón mundial de los medianos, el primero de los 15 pupilos dirigidos por Brusa, que llegó a lo más alto del Consejo (CMB) y la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
Cuando Monzón ingresó al cuadrilátero del club Sportivo Ben Hur, el primer viernes de febrero de 1963, hace medio siglo, dispuso poner fuera de combate en dos asaltos al entrerriano Ramón Montenegro, quien no le opuso seria resistencia.
“Escopeta” Monzón —como lo bautizara el periodista Julio Juan Canteros, quien siguió toda su trayectoria como aficionado y profesional en el deporte de los puños— había comenzado desde muy joven en esta viril disciplina y antes de ingresar al campo rentado en condición de amateurs consiguió un palmarés de 73 victorias, ocho derrotas y seis nulos.
Las derrotas como amateur fueron ante el fuerte pegador Rodolfo Ceccarossi, tres veces con Raúl Pérez, Silvio De Meo, René Lamboglio, Ismael Hamze y Orlando Mariño.
El púgil santafesino Rodolfo Ceccarossi fue el oponente más difícil y recordado por Monzón, quien más adelante sería su compañero en el gimnasio del club Unión dirigido por Amílcar Oreste Brusa, siendo poco después su ocasional vencedor, campeón nacional y representante argentino amateur.
Cuando Monzón comenzó a trabajar con el famoso adiestrador, entre otros profesionales, tenía como compañeros en el gimnasio de Unión a José Lino Lemos, Roberto Chetta, Adolfo Inocencio Robledo, Hugo Bidyerán, Marcial Franco y Jacinto Horacio Fernández.
Amalia Monzón y Roque Monzón jamás imaginaron ni remotamente que su octavo hijo, llamado Carlos, nacido en San Javier cerca de las 22 en una noche fría, lluviosa y húmeda del sábado 7 de agosto de 1942 (Día de San Cayetano, patrono del Trabajo), en el barrio La Flecha, bajo la asistencia de la partera Norberta Flores, surcaría los caminos de un personaje de película.
La historia del mejor boxeador argentino de todos los tiempos se remonta a su pobrísimo origen, siendo lechero, sodero, lustrabotas y canillita, lo que lo obligó a abandonar la escuela primaria en tercer grado.
Entonces, vendía diarios en la zona de bulevar Carlos Pellegrini, frente al Pabellón Deportivo, para aportar económicamente en su humilde hogar de Barranquitas Oeste, plagado de hermanos. Ingresaba a observar los festivales boxísticos que se hacían en el lugar, originándose de esa forma su pasión y amor por el deporte de los puños.
Comenzó a interesarse por las artes del boxeo, dejando atrás las peleas callejeras, primero como aficionado, debutando el 2 de octubre de 1959, representando al club Cochabamba, ubicado muy cerca de la vivienda paterna, lugar que era frecuentado por sus amigos de la niñez. Su primera pelea fue el 2 de octubre de 1959 en el desaparecido Pabellón Deportivo (Sociedad Rural de Santa Fe) en bulevar Pellegrini al 3300, siendo su contrincante José Cardozo empatando en tres aburridos asaltos y cobrando un viático de 50 pesos de la época. Al iniciarse dicho ciclo en su vida, la conducción del rincón estuvo a cargo de Marcelino “Mono” Martínez y Roberto Agrafogo.
Los años 1963 y 1964 fueron muy duros para Monzón, vivía para entrenar, viajar y pelear; del tren al colectivo y viceversa, principalmente por el dinero debido a sus carencias. En total realizó 22 enfrentamientos en dos años recorriendo Buenos Aires, Córdoba, Paraná, Río de Janeiro, Santa Fe y Reconquista.
En ese período, experimentó los únicos tres traspiés de su carrera como profesional, en Buenos Aires, frente al platense Antonio Oscar “Cacho” Aguilar (28 de agosto de 1963); en Río de Janeiro ante el español nacionalizado brasileño Felipe Cambeiro (28 de junio de 1964) y en Córdoba ante el puntano Alberto del Carmen Massi (9 de octubre de ese año), por decisión; tomándose rápida revancha con todos ellos.
>>> 81 peleas duró el invicto de Carlos Monzón como profesional. Su última derrota fue ante Massi, en 1964. Desde allí, no perdió más hasta que en 1977 abandonó el boxeo luego de 14 defensas exitosas.
Un tal Ernesto Giovannini…
El destacado periodista Rubén Armando, con una vasta trayectoria en el mundo del deporte de los puños, recordó que Ernesto Giovannini entró en la historia por haber sido el primer árbitro que dirigió a Carlos Monzón, el más grande boxeador de la categoría mediano de todos los tiempos, en el profesionalismo.
Explicó que “el Gringo Giovannini fue un referí histórico para la región, me contaba cada vez que nos encontrábamos —mate por medio— anécdotas, sucesos y notas de color que acontecieron durante toda su existencia.
Dirigió a (Carlos) Monzón varias veces como aficionado, con algunos reveses (las tres veces con Raúl Pérez), sin embargo, se sorprendió cuando comenzó su trayectoria profesional con esa serie de victorias que lo llevaron a consagrarse como el mejor púgil de nuestro país, Sudamérica y el universo, bajo la tutela del maestro Amílcar Brusa y la sagacidad del promotor Juan Carlos Lectoure”.
“La pelea con el entrerriano Montenegro (pupilo de Brusa) se hizo en el antiguo estadio de Sportivo Ben Hur, en calle Saavedra al 400; en un ring construido sobre la base de hormigón y tenía cuatro o cinco escalones”, manifestó Armando, quien fuera ayudante de Alfredo Charra.